miércoles, 25 de marzo de 2009

A mi hoja en blanco

De tanto verte, de tanta incansable permanencia, no puedo negar que con el paso del tiempo hemos ido generando una relación cada vez más estrecha. Claro que al principio todo fue más conflictivo. Yo queriendo escapar de vos, salir de esa situación tan angustiante. Y vos siempre inmutable, siempre igual, todos los días y todas las noches.

Y yo mirándote a veces con desmedida paciencia, a veces muy de frente, sin quitarte los ojos de encima, como haciendo fuerza. Y a veces de reojo, antes de apoyar el mate en la mesa, o deteniendo un instante mi mirada sobre tu pálido perfil y luego huyendo mis ojos hacia la ventana del balcón, buscando entre las ramas de los árboles, secas en invierno y verdes en verano, ese detalle que despierte lucidez, esa pequeña pista que clarifique el rumbo, esa llave, esa idea que destape los ojos, ese aire que despeje el humo y permita ver con nitidez.

Indefectiblemente se van perdiendo las fuerzas y las ganas de pelear. Pero algo extraño sucede al emulsionar el tiempo con relaciones cíclicamente monótonas: cosas que en un momento uno busca tener lejos, poco a poco, la costumbre va amigando y lo que era insostenible, se va transformando a través de días y noches de hastío y repulsión en algo demasiado conocido, en algo que de tan conocido en ocasiones especiales se viste de ameno e incluso seduce.

Lo que es conocido no asusta y como miedo me sobra, quizás sea la mejor opción quedarme mirándote en blanco, antes que enfrentarte y confirmarme vencido.

1 comentario:

Florencia dijo...

a mi hoja en blanco.. hasta que algo inexplicable sucede y surgen las ideas y los velos como por arte de magia desaparecen y las palabras comienzan a fluir en los espacios vacios, asi se cruza la barrera y los miedos desaparecen.
No solo tenes muy buenos laburos si no que tambien muy buenas ideas (di) sueltas, me gusto mucho:). Besos!
Flor.